miércoles, 16 de julio de 2008

Cómo me gusta la mecánica, oye…

Una de las cosas que no me imaginaba que iba a aprender a estas alturas es la mecánica del automóvil.

Bien, a día de hoy, si abro el capó de mi Kia, puedo decir dónde están y para qué sirven el pulmón de la temperatura, la correa del alternador, la de la distribución, el filtro del aire, el filtro del carburador, la bomba del agua, el depósito auxiliar del agua...

Puedo decir dónde están los rodamientos de las ruedas y para qué sirven. Puedo afirmar sin temor a equivocarme que ese ruido que oigo se debe a que el tensor de la correa del alternador se ha aflojado o a que el rodamiento de la rueda delantera pide un cambio...

Y todo esto a base del conocido método científico del ensayo-error. Sí, señoras y señores, mi carro(que en el fondo me gusta ¡en serio!) me ha hecho pasar por todo tipo de situaciones extrañas y jodiendas varias. La última, la más guay de todas, fue el pasado fin de semana, cuando decidimos volver a visitar los fondos del Caribe en Playa de Girón.


Todo empezó por la mañana, recién saliditos de casa, cuando observamos que a partir de ese momento habría que armarse de paciencia y comer muchos frijoles, pues el auto, que no es pequeño, habría de ser arrancado desde entonces a empujones. Nada de motor de arranque él solito, nanay ¡a empujones!(yo, como soy la que se queda dentro, pues lo sufro menos…). A mitad del camino sentí un sonido extraño (ese no lo conocía) y noté que el carro hacía cosas raaaaras. Paré. Bajamos. Escuchamos…. Pues sí que suena raro, sí… abrimos el capó y… ohhhh, tremenda humareda fluía por entre todos los recovecos del motor. La explicación era que estaba sin agua, el motivo de ello era deconocido (por el momento). Patrulla policial, compañero guajiro y compañero camionero se paran a prestar ayuda. Cinco pares de manos en el motor y al final volvemos a ponerlo en marcha (porque no se puede echar el agua en caliente si el motor no está funcionando, ya sabéis…) con estupendo trabajo en equipo –vosotros empujáis, yo lo pongo en segunda desde el asiento felizmente y arranco-, se llena el depósito de agua y seguimos rumbo a la Península de Zapata.


Sin más inconvenientes por el camino, aunque con los cojoncillos de corbata, llegamos al destino. Buceamos, tomamos el sol, bebemos cervecita, comemos camarones, calamares y cocodrilo, vamos a ver los cocodrilos de guamá (vaya bichos, por cierto),


en el camino echamos diez CUC de gasolina sin apagar el motor (ay Dios, qué vida esta) por si acaso y vuelta para La Habana.



Todo estupendo y maravilloso bajo una tormenta de mil demonios hasta que, a unos 80 Km de La Habana se enciende una luz y se escucha un ruido extraño. La que escribe, experta mecánica como he dicho, supo sin abrir el capó que eso que sonaba era la correa del alternador (¡ay Dios!). 80 Km son muchos y aquí, más… ¿qué hacemos? Abrimos el capó y observamos con resignación que se ha partido el tornillo que sujeta el tensor que tensa la correa del alternador y la de la bomba de agua. En medio de la nada, no hay mucho que hacer…


Por suerte íbamos con dos cubanos (los instructores de buceo) y un granaíno casi cubano que pusieron su ingenio a trabajal. IndianaJonesJosete fue en busca del elemento amarrador (para remolcarnos con el coche de Isa)hacia una granja cercana:
- Por favor, ¿tendrán una soga o similar, que nos hemos quedado tirados con el carro?
- No shiiico, sólo tenemos una soguita pa amarral al burrito, peroeso es pa trabajallll

En su aventura por el barro, mientras la noche se nos echaba encima(¡pavor!), encuentra un alambre ¡estamos salvados!. Al más puro estilo Mc.Giver, los compañeros mecánicos enganchan el tensor al primer saliente que encontraron a mano, pasando por el cable del aire acondicionado. Arrancamos… ¡funciona!. Con toda la precausión, nos persignamos y tiramos millas hacia La Habana, esperando nuevas sorpresas por el camino.



¡Pues no! conseguimos llegar sin incidencias, el invento había funcionado y todos a casa vivitos y coleando, sin tener que hacer noche en la carretera ni dejar el coche abandonado ni ná de ná. Por suerte, en casa tengo al mejor de los mecánicos...



En fin, estas “rutinas” son las que le dan la sal a la vida cubana. Si es que…¡me he metido de cabeza!


(Foto: mojitos frapeados del Palio :D)

1 comentario:

Ignacio dijo...

Dos cositas hermosa. 1) Me has dejado alucinado con tus conocimientos de mecánica. O_O!!!
2) me has dejado aún más alucinado con las fotos que te has marcado! Como has mejorado, jodía!!!

Besos!!