jueves, 10 de abril de 2008

Reflexiones de la Compañera Cin


No se puede negar que tenemos un don, estamos hechas para la natación sincronizada:

Hoy se nos marcha la bailarina de la izquiedda, se va quince días para España y en este Gran Hermano que estoy viviendo, cada ausencia, cada pequeño cambio se nota. ¡Te echaré de menos estos días secretaria míaaaaa!

Y en otro orden de cosas decir que ya me he apuntado al gimnasio, que ya es temporada de mangos (que están riquísimos) y la mata de la oficina ya está escupiéndolos sin parar, que este fin de semana toca relax y posiblemente una ceremonia de santeros el domingo y que en una semanita vienen mis papis a verme.

Comentábamos ayer las tres marías, que llevo aquí casi seis meses y quizá ha llegado el momento de no sentirnos turistas. Y eso es bueno, pero también es malo. Es malo porque hay ciertas cosas que al principio me hacían gracia y me divertían, pero ahora que yo también formo parte del paisaje me incomodan o me incordian. Pasa con los baches de las carreteras, con que te suelten piropos por la calle (sin importar hora, momento, lugar o edad del emisor), con los olores asquerosos de algunas calles…



Y es bueno, porque aprendes a manejar con destreza sobre los baches de la carretera, a ignorar los piropos que no quieres oír y a mantener la respiración hasta que sabes que ya no apestará.


Para lo bueno y para lo malo, empiezas a sentirte parte de la gente que pasea por el Malecón y a odiar y a querer a la vez las costumbres, la cultura, lo que se cuece en el país…

Pero ¿será que somos intolerantes por naturaleza y en el fondo todos querríamos que el sitio en el que vivimos tuviera carreteras hechas a nuestra medida, oliese exactamente con el olor que quisiéramos sentir cada mañana y la gente se comportara como a nosotros nos conviene (porque lo mío es lo correcto, claro está)?.

En fin, así sería muy aburrido. Tengo claro que si un país, una ciudad, una persona te exaspera, te produce odio, te produce risa, dolor, bienestar, ganas de besar, ganas de gritar es porque la amas, no se puede amar algo que te resulta indiferente.

Termino (como diría el compañero Fidel en sus Reflexiones) esta reflexión en voz alta sabiendo que a mí Cuba y los cubanos, y para más señas La Habana y los habaneros, no me son en absoluto indiferentes, me provocan sensaciones de todos los colores y eso entonces es síntoma de lo que yo sabía que me iba a pasar antes de venir, que me iba a enganchar a este lugar para siempre…
(Dedicado a mi Carmelito)

2 comentarios:

Ignacio dijo...

6 meses ya? Madre mía como pasa el tiempo!!!

Por supuesto que Cuba y La Habana es parte de tí ahora y hasta el fin de tus días, pero tú también eres parte de ella y también das color, olor y sensaciones a esa ciudad.

Cierto que con el paso del tiempo, haces la ciudad tuya, dejas de divertirte con cada cosa y vives la ciudad.

Sigue disfrutando sol!!!

asimiroyo dijo...

incluso te has hecho fotógrafa!!!

has aprendido a mirar de otra manera, lo que ves ahora y lo que tenías antes...


un besazo gordo gordo