miércoles, 14 de mayo de 2008

Una sorpresa en la ciudad


Hay un lugar en La Habana que me llamó mucho la atención. En esta isla que parece anclada en el tiempo, tuve la sensación de ventanita de aire fresco, de originalidad, un trocito de mundo diferente y de colores. No me hubiera resultado tan sorprendente en Copenhague, Berlín o Estocolmo, pero aquí si... Es el único lugar de la ciudad que se sale de lo "auténticamente cubano" o lo "auténticamente yuma".

Se trata del Universo Naïf y fantástico de Salvador González Escalona, también concido como el Callejón de Hamel.

Me encantaron los colores y el ambiente...

No lo pude ver mucho, porque mis chicos panameños nos dejaban ya y había que ir al aeropuerto, pero aproveché para hacer unas fotillos y para prometerme que, sin duda, volvería en otro momento.

Pongo a continuación algunas notas tomadas de la publicación Trabajadores (en su versión digital), para que sepamos más o menos lo que es y de dónde viene:

La peculiaridad de este sitio empezó en 1990, cuando Salvador González Escalona (pintor, escultor y muralista cubano) se detuvo frente a la deteriorada fachada de la casa de un amigo y decidió comenzar a cambiarle el rostro al barrio. Uno a uno fue pintando murales que cubrían toda la altura y el ancho de cada casa, los edificios y hasta los tanques de agua, de manera que parecen imbricados en un continuo de imágenes que remiten a las religiones afrocubanas.

Conocemos que el objetivo central del Callejón de Hamel es brindar arte creador al pueblo, revitalizando esta callejuela olvidada por el tiempo y por la ciudad, convirtiéndola en una verdadera Galería de Arte, donde el propio barrio forma parte indisoluble de una creación única en su género, en el país y en el mundo.

Hay predominio de los colores vivos como el rojo, y las formas de estilo cubista, surrealista y expresionista. En el Callejón sorprende todo, las pinturas de los edificios de vecinos de hasta 4 plantas, con las paredes multicolores, los bancos para sentarse fabricados con materiales en desuso que se reciclan y otros elementos muy originales e irrepetibles.

A González no le asusta que lo cataloguen de kitsch y sueña con extender la obra por todo el barrio hasta convertir a Cayo Hueso en un templo de la cultura negra rica por su variedad y colorido.

El Callejón debe su nombre a uno de sus primeros pobladores, el señor Fernando Belleau Hamel, un norteamericano de origen franco-alemán sumado a la historia de Cuba cuando el barrio puso su nombre al Callejón, debido a su generosidad con los vecinos y con los trabajadores de su negocio.

Para nadie es una novedad que en Cuba bailan hasta las piedras. (...) Para llegar nos sirve de guía el rumor de una ensordecedora percusión o melodiosas canciones, entonces descubrimos una especie de fiesta a cielo abierto llena de espectadores y donde todo el mundo baila. Todo se vuelve resonar de tambores, movimientos sensuales de los cuerpos y sin importar la edad, los presentes disfrutan a la vez que amplían su horizonte cultural.

Este singular sitio es la cuna del movimiento musical cubano llamado filin.

El Callejón de Hamel es algo más que baile y murales, es un proyecto de arte en la comunidad, donde los más pequeños del barrio se inician en el arte pictórico y los de la tercera edad disfrutan de la música de su época con la interpretación de sones, boleros, danzones.

En una de las coloridas paredes Salvador plasmó un poema, dedicado a nuestra raíz africana, que nadie olvida luego de detenerse a leerlo:


"Y vinieron con cantos que nadie conocía.
Cruzaron el mar con peces de madera.
Trajeron un secreto cubierto de sangre y tierra. Cantaron, lloraron, plantaron…"

2 comentarios:

Ignacio dijo...

Que preciosidad!!! Si alguna vez voy a la Habana, no me lo puedo perder. Con lo que a mi me gustan estas cosas!!!

Que casualidad, que hayamos hablado de construciones de colores casi a la vez! :P

Raúl dijo...

Yo estuve allí!
Eso sí, pasé casi de noche y por lo que veo de día parece un sitio diferente, mucho más vivo.